En esto Creemos

La Iglesia del Señor es un lugar de alabanza y adoración, donde se enseña la Palabra de Dios en un ambiente de libertad y amor.

En nuestra iglesia sustentamos el Evangelio del Reino, tal y como lo enseñó y puso en práctica nuestro Señor Jesucristo; llevando al hombre a recibir todos los beneficios de la redención que El obtuvo en la cruz del calvario.

Nosotros no juzgamos a aquellos que no crean como nosotros, y no es nuestro deseo debatir doctrinas. Nuestra comisión es la de proclamar el Evangelio del Reino, no defenderlo.

Nosotros Creemos:

  1. En la inspiración verbal de las Escrituras por el Espíritu Santo, tanto en el Antiguo como en el nuevo Testamento (2 Ti. 3:16; He. 4:12; 2 P. 1:19-21).
  2. En un solo Dios revelado en: El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo (Mt. 3:16-17; 28:19).
  3. Que Jesús es Dios nacido en carne, y que Él es tanto divino como humano (Jn. 1:1-3; 1 Jn. 5:20; Ro. 9:5; Ti. 2:13; 1 Jn. 4:1-3).
  4. Que el hombre en su estado natural es un pecador, perdido y sin esperanza, un ser compuesto de tres partes: espíritu, alma y cuerpo (Ro. 1:18-20; 3:23; 1 Ts. 5:23).
  5. En que la salvación se obtiene por un arrepentimiento del pecado y en una fe personal en el Señor Jesús. Esta salvación es enteramente por gracia y no por obras. Las obras solo son evidencias de la salvación (Hch. 3:19-20; Ro. 5:1; Ef. 1:13-14; 2:8-10; Ti. 3:5).
  6. En el poder salvador de la sangre de Jesús y en la justificación por Él obtenida en el beneficio de los que en Él crean (Ro. 5:9; Ef. 4:8; Col. 1:20; Ap. 1:5-6; 1 Jn. 1:7).
  7. Que Jesús resucitó con el mismo cuerpo físico con que fue sepultado pero glorificado (Lc. 24:39-43; Hch. 4:10; Ro. 6:9; 1 Co. 15:20).
  8. Que Jesús ascendió al Padre y que está sentado a Su diestra, intercediendo por los santos (Ro. 16:19; Jn. 14:1-6; He. 7:22-25; 1 Jn. 2:1-2).
  9. En el regreso corporal y visible de Jesús a la tierra, primero para levantar su iglesia y a todos los muertos en la fe. Segundo, para juzgar al mundo y reinar con sus santos (Hch. 1:10-11; 1 Ts. 4:13-18; 2 Ts 1:7-10; Stg. 5:8; Ap. 1:7; 1 Ti. 6:13-14; 2 Ti. 4:1; Ti. 2:13).
  10. Que la Iglesia del Señor está integrada por todos los creyentes que han confesado a Jesús como el Señor y Salvador; que han experimentado por la fe “El nuevo nacimiento”, que han sido bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; que se congregan para alabar y adorar; y con responsabilidad llevar a cabo la Gran Comisión y ministrar como el Espíritu Santo la guíe (Mt. 28:19-20; 1 Co. 12:27-28; Hch. 2:38-39, 47; 1 Co. 14:26; 1 Co. 1:2; Ef. 4:11-16).
  11. Que el Señor Jesucristo dio a la iglesia dos ordenanzas: El Bautismo en agua y la Cena del Señor. La primera, es la identificación del creyente con Cristo en Su muerte y resurrección. La segunda, es la participación del creyente de los elementos, pan y vino, emblemas de Su cuerpo y sangre, recordando Su muerte y resurrección, hasta que él vuelva (Mt. 3:16; 28:19-20; Hch. 8:36-38; Ro. 6:3-4; Lc. 12:13-20; 1 Co. 11:23-26).
  12. Que los creyentes puedan cultivar como lo hicieron los primeros discípulos, una vida separada del mundo y búsqueda de Dios; así como una norma de conducta que exalte a nuestro Señor y a su iglesia (Ro. 12:1-3; 2 Co. 6:16-18; 7:1; Ef. 5:11; Col. 3:14; 17; Gá. 5:22-24).
  13. Que las escrituras contienen doctrinas específicas acerca de un castigo eterno para los perdidos y una bendición eterna para los salvados. El infierno para los no salvos y el cielo para los salvados (Jn. 14:1-3; Mt. 5:27-30; 5:11-12; Lc. 12:4-5).
  14. En el Espíritu Santo, cuyo propósito en la redención del hombre es convencerlo del pecado; regenerar al creyente arrepentido; guiarlo a toda verdad, ser llenos de Él, concederle Sus dones según Su voluntad, y llevarles a manifestar en la vida diaria el fruto del Espíritu. Creemos que las manifestaciones del Espíritu Santo podrán verse en operaciones en cualquier iglesia del día presente que busque profundamente al Señor Jesús. Creemos que el Espíritu Santo es el Administrador de la Iglesia por encargo directo de Jesús. Como Cabeza de la Iglesia (Lc. 11:13; Jn. 14:16-17, 26; 16:7-15; Hch. 20:28; 1 Co. 12:4-6; Gá. 5:22-23)
  15. Que en el evangelio del Reino el hombre puede ser salvo de sus pecados; ser bautizado en el Espíritu Santo; ser sanado de todas sus enfermedades y ser liberado de opresiones de espíritus inmundos. Que el bautismo en el espíritu Santo con la evidencia de hablar en lenguas desconocidas es para todos los creyentes. Que Dios ha concedido que el hombre sea sanado, como un beneficio de Su obra en la cruz, y libertado de toda influencia demoníaca. El culto a Dios ha sido restaurado en una preciosa atmósfera de libertad, gozo y orden en el Espíritu aclamando, levantando las manos, palmeando alabando con instrumentos musicales y con danza (Hch.1:4-5, 8; 2:38-41; 2:4; 10:44-47; Stg. 5:15-16; Mr. 16; 18; Is. 53:5; 1 Co. 12:1,7-10; Gá. 5:22; Lc. 4:18; Mt. 17;21; Hch. 19:5-6; 2 Co. 7:1; Mt. 12:22-32; Jn. 14:12; 1 Co. 14:15; Col. 3:16; Sal. 150:4).
  16. Que el gobierno de la iglesia es Teocrático esencialmente apostólico. Es el gobierno directo de Dios mediante las autoridades delegadas: Apóstoles, Profetas, Evangelistas, Pastores y Maestros. Por su naturaleza el gobierno de la Iglesia es esencialmente apostólico. La iglesia local tiene el derecho de gobernarse a sí misma bajo la soberanía del Señor Jesús. La autoridad visible de esa soberanía divina está delegad en el pastor y los ancianos de la Iglesia (Hch. 20:28; Ef. 4:11-12; 1 Co. 12:28; Ti. 1:5; Ef. 2:20; 1 Ti. 3:1-7).
  17. Que los ministerios mayores de Efesios 4:11; son ordenados en relación con la Iglesia Universal. Su ministerio es reconocido en la Iglesia local, pero bajo la autoridad del pastor de dicha Iglesia. Los ancianos son ordenados para ayudar al pastor en el cuidado de los creyentes. Los diáconos son ordenados para asistir a la iglesia en toda necesidad física y material. Es necesario afirmar que la Palabra de Dios es clara en cuanto a los requisitos y características de los pastores, ancianos y diáconos (Hch. 20:28; Ef. 4:11-16; 1 P. 5:1-4; He. 13:7, 17; Hch. 6:1-6; 14:23; Ti. 1:5-9; 1 Ti. 3:1-15).
  18. Que el culto de alabanza y adoración a Dios enseña que “Dios es Espíritu, y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren” (Jn. 4:23-24; Sal. 103:1; 29:2; Sal. 96:1; 1 Co. 14:15; Col. 3:16; Sal. 95;1-2; Sal. 63:4; 134:2: 98:4; 149:3-5; 150:4; 30:11; 95:6; Jn. 4:23).
  19. Que cada persona deba creer por sí misma, obedecer, ser bautizada y responder a sí misma ante su Creador. Ningún individuo, cualquiera que sea su rango, tiene derecho a interponerse entre un ser humano y Dios; así mismo, ningún gobierno puede interferir en la conciencia de fe y práctica de los individuos (2 Co. 5:10; Ro. 14:10-12; Mt. 7:1-2; 1 Co. 3:11; 1 Ti. 2:5).